La misoginia (el odio a la mujer) parece ser una constante en la historia de la humanidad. Tal vez por esto no es de extrañar que la mujer esté desde antaño luchando por sus derechos. Sin embargo, la lucha parece haber sufrido cambios de ideales, perspectivas y valores.
El feminismo de la primera ola (Siglo XIX y mediados del siglo XX) estaba interesado en la maternidad, los niños, la familia y el bien de la comunidad, afirmaban la dignidad de la mujer y poseían conciencia social y de familia. En Estados Unidos, encabezaron la lucha para sacar a mujeres y niños de fábricas donde eran explotados. Eran firmes defensoras de la vida y lideraron movimientos antiaborto. Podemos mencionar entre ellas a:
- Susan B. Anthony (1820-1906): se opuso a la esclavitud, el aborto y apoyó el sufragio femenino.
- Elizabeth Cady Stanton (1815 – 1902): se opuso al sexismo en la iglesia y la sociedad.
- Amy Carmichael: se opuso a la prostitución infantil en China.
Sin embargo, la segunda ola del feminismo cambió de enfoque, al pasar de defender los valores para centrarse en el egoísmo. Se desechó el concepto de familia y comunidad. La mujer desechó la maternidad remplazándola por la superación profesional y la actividad económica, la autocomplacencia se impuso a la abnegación y quisieron ser valoradas según patrones masculinos, minimizando así su aspecto femenino.
Es en esta ola donde Margaret Sanger, enfermera, esotérica y colaboradora del Ku klux klan lidera el movimiento de la eugenesia moderna (“ciencia” que pretende el mejoramiento de la raza) e introdujo el concepto de la libertad femenina a través de los anticonceptivos y el aborto.
Consideraba que los hábitos reproductivos de las personas pobres influían directamente en el nivel socioeconómico, proponía que la raza negra debía ser extirpada como la mala hierba, no es de sorprender entonces que las campañas anticonceptivas y de esterilización en comunidades pobres, latinas y africanas tuviesen tanto apoyo de las organizaciones internacionales afines a su pensamiento y disfrazada de causas sociales.
Creó en 1921 la Liga estadounidense de control de natalidad que luego fue renombrada como Planned Parenthood, el monstruo detrás de los negocios y las leyes actuales a favor del aborto.
Estos conceptos no solo han moldeado las mentes femeninas nacidas después de la mitad del siglo XX y el siglo XXI, sino que además han permeado la iglesia, donde vemos como normal que se aplace la maternidad por mantener una profesión y donde se ignoran los microabortos que causan muchos de los anticonceptivos que endurecen el endometrio, causando de esta manera que el cigoto no se implante en el útero. Pasamos por alto que los hijos son bendición (Salmo 127:3-5).
A partir de la segunda ola, la lucha toma un tinte sexual. “Sé dueña de tu cuerpo”, “derecho a decidir”, etc., la libertad sexual se vuelve una bandera, una causa. Los hijos se rechazan, pasan a considerarse un estorbo en la mente colectiva.
Estamos viviendo una cultura de muerte y es hora de despertar.
La tercera ola del feminismo también tiene su origen en las filosofías andróginas de Sanger. No se admiten verdades absolutas, niegan las diferencias entre hombre y mujer, se fusionan la sexualidad femenina y masculina, en la que los roles son intercambiables. ¿Quién quieres ser? ¿Qué quieres ser?
El feminismo actual ataca la identidad y el propósito de cada persona, de las que nacieron y de las que están por nacer. Somos iguales ante Dios aunque poseemos características y roles diferentes.
¿Cómo lucharemos contra los argumentos feministas de la actualidad?
Solo podremos hacerlo con conocimiento y convicciones. Volviendo a la defensa de la vida, los valores, la comunidad y la familia. Restaurando eso que hemos dejado que la sociedad ataque. Amando, enseñando a amar y restableciendo el sexo en su lugar: un matrimonio sano consciente de lo que quiere Dios de una unión marital (Malaquías 2:15).
¿Qué hacer entonces ante una violación? La adopción es la mejor opción si la madre no se considera apta para hacerse cargo.
¿La vida? Indudablemente comienza en la concepción.
La identidad del ser humano está determinada en su ADN no en el nombre y domicilio adquirido.
¿Derechos? Los fundamentales para vivir en comunidad, sin agredir ni matar.
*Si deseas conocer más acerca de la lucha femenina en el mundo, te recomendamos leer Opresión de la mujer, pobreza y desarrollo de Darrow Miller.
