La paciencia de la fe

La palabra más pequeña del vocabulario cristiano es quizá la más compleja, una de las de mayor significado.

Personalmente, me tomó años entender qué era la fe, las bases que la construyen y poder así, ponerla en práctica.

Mucho se habla de la fe que avanza, que da pasos a ciegas, que impulsa a poner el pie sobre el agua o incluso, a caminar sobre ella. Pero, ¿qué hay de la fe que espera?

Para, ¿una fe quieta? ¿que no se mueve? Sí. Una fe que te impulsa a esperar.

Sabemos que cuando Dios nos da una respuesta, esta incluye tres opciones: sí, no o espera. Esto cuando tomamos la iniciativa de preguntarle si emprendemos algo, sea un proyecto de negocios, una relación, etc.

Pero, cuando Dios nos da una promesa, la consecución de esa promesa no siempre va seguida de la orden de atacar, en ocasiones, la orden es esperar. Después de todo, «la acción correcta en el tiempo incorrecto es incorrecta».

Lo difícil de las promesas es soportar la presión de la gente. Abraham debió soportar, incluso, la presión de su esposa, Sara, quién lo impulsó a «conquistar» su promesa de forma errada. ¡Y muchos caemos en el mismo error! Todo por no saber esperar.

La Biblia nos dice:

No pierdas tu confianza que tiene gran recompensa, porque es necesaria la paciencia para que habiendo hecho la voluntad de Dios obtengas la promesa.

Hebreos 10:35-36.

Dos cosas son claves en este versículo:

  1. Tener paciencia
  2. Hacer la voluntad de Dios

La primera implica espera, la segunda implica una intimidad y rendición tal que es capaz de seguir las instrucciones de Dios en lugar de las ideas propias o de las personas que rodean con presión.

La fe no consiste sólo en creer. creer que Dios existe y que puede hacerlo. Porque solemos caer en la tentación de querer manipular a Dios para que cumpla nuestros deseos «por la fe».

La fe está compuesta por la acción de:

Creer + Confiar +Obedecer

De hecho, nuestra fe es probada en la obediencia. Hebreos 11 nos da muchos ejemplos acerca de ello. Nos muestra como grandes hombres de fe a las personas que obedecieron una instrucción divina aun sin comprenderla simplemente porque creían en el Dios que les había dado la orden y confiaban en que sus planes eran perfectos. Si no, ¿cómo explicaríamos que sin conocer la lluvia, Noe preparara un barco gigante para salvarse del diluvio? Debió soportar burla y presión por años.

O, ¿qué tal si volvemos al caso de Sara? Quién siendo estéril, y aun después de dudarlo, impulsando a su esposo a tener un hijo de su esclava, creyó que Dios podía darle el hijo que le había prometido.

Satanás va querer presentarnos opciones que no serán más que la imitación barata de nuestra promesa. Atacará nuestra paciencia y nos seducirá a través de elegir lo «bueno» ante nuestros ojos o los ojos de los demás.

¿Estás dispuesto a esperar en medio del silencio y la presión del tiempo a que Dios te dé las instrucciones?

¿Estás dispuesto a quedarte quieto y ver que él es Dios?

¿Estás dispuesto a soltar el control?

¿Estás dispuesto a rendirte?

Abraham recibió grandes promesas de Dios, pero durante más de 25 años no tuvo la más mínima muestra palpable de que las promesas de Dios se cumplirían.

A veces, el llamamiento de Dios en nuestra vida puede exigir que renunciemos a cosas o personas sin las cuales creemos que es imposible vivir: posesiones materiales, un trabajo o un ascenso, buena salud, un cónyuge o un hijo, o el respeto y la comprensión de nuestros amigos más cercanos. Las promesas de Dios proporcionan un antídoto potente contra todos nuestros temores y nos liberan para dar un paso de fe y rendirnos*

Sí, la fe también renuncia, la fe también espera. La fe implica paciencia.

Si estás pasando por momentos de presión, por dudas respecto a tus promesas, si sientes que te empujan a tomar decisiones que Dios no te ha dicho para alcanzar tus promesas, recuerda la paciencia de la fe.

Abraham esperó con paciencia, y recibió lo que Dios le había prometido.
Hebreos 6:15

Aférrate a la mano de Dios y afina tu oído a su instrucción. Creer y confiar en Dios nos lleva a obedecer lo que nos ha dicho, sea avanzar o sea esperar.

Llevar una vida de fe es tener una vida de rendición.

*Rendición, un libro que nos lleva a cuestionar si vivimos realmente una vida cristiana. Nos muestra el corazón de Dios y nos guía hacia una vida de dependencia y obediencia por amor.

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