¿Cuántas veces te has sorprendido de que personas que le han fallado a Dios estén siendo usadas por él? O, ¿tal vez eres tú quien crees que ya no hay esperanza para esos sueños que se anclaron algún día en tu corazón?
Esta semana mientras volvía a leer algunas páginas de ¿Eres tú, Señor?*, pasé la mirada por el difícil momento en la vida de un personaje del libro que se ve envuelto en una situación compleja de pecado y humillación.
¿Cierto que pensamos que como cristianos deberíamos ser perfectos? ¡Cuán duro juzgamos a otros y aun a nosotros mismos!
Sin embargo, el amor de Jesús cubre la multitud de nuestras faltas (1 Pedro 4:8), él sana y restaura los corazones arrepentidos, tiene la capacidad de restaurar lo pasado (Eclesiastés 3:15).
El propósito de nuestra vida es eterno. Tú tienes una misión que te fue otorgada en la eternidad. La Biblia dice que el llamado que Dios nos ha hecho es irrevocable (Romanos 11:29), es decir, que él no nos quita ni nos pide de vuelta los regalos maravillosos que puso en nosotros cuando nos creó, que nuestra misión en la vida estará esperando por nuestra puesta en marcha.
Dios espera con brazos abiertos el reencuentro, en donde el pasado es olvidado y la vida es restaurada.
Dios no mide ni lleva las cuentas como nosotros, él es misericordioso, él extiende su gracia y da nuevas oportunidades.
En la historia del libro, que puede ser similar a la de muchos, este personaje estuvo envuelto en adulterio, perdió su matrimonio y durante un tiempo, creyó haber perdido su ministerio; sin embargo, Dios restauró su vida y usó su nuevo matrimonio para darle nueva vida a su ministerio.
¿Divorciado y vuelto a casar? ¿Sirvió a Dios en esas condiciones? Tal vez esto podría ser escandaloso para muchos, pero no para la misericordia y el amor de Dios. (No es una licencia que un corazón duro, terco y orgulloso pueda recibir).
Abraza la promesa de Dios para tu vida, aférrate al Dios que te da la esperanza de un propósito eterno. Él no ha terminado contigo, tu misión te está esperando.
Recuerda: para Dios no hay un pecado tan grande que no pueda ser perdonado, ni una vida tan rota que no pueda ser reparada.
*¿Eres tú, Señor? Es el libro inicial y principal de Club Lectura. Escrito en un lenguaje sencillo, contiene historias que avivan nuestra fe y dependencia de Dios.
